ABANDONADA
(Soneto melódico)
¡Qué tristeza! la casa está vacía;
no llegaron los hijos y los nietos,
la abuelita en rincones grises, quietos.
¡Pobrecita!, perdió toda alegría.
En su santo hay dolor, ¡cuánta ironía!
Observando la puerta con inquietos
ojos tristes, por si alguien sus respetos
le demuestre, quizás por cortesía;
y se acuerden de anciana cumpleañera,
que una torta ha dejado preparada,
pues pensó con ternura bien sincera
en los hijos que ama y Dios le diera,
y a pesar de sentirse abandonada
ella sigue en sollozos con su espera.
INGRID ZETTERBERG
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